jueves, 29 de abril de 2010

A LAS SIETE MENOS DIEZ...




A las siete menos diez siento el calor de tus tibios labios reposando sobre los míos..
Tus dedos se deslizan por mis mejillas y tu voz pausada pronuncia mi nombre...
Casi, en ese preciso instante, abro mis ojos y siento que despunta el alba dentro de mi, en el fondo de mi alma, despertándome a la vida igual que ocurre afuera, detrás de mi ventana...
Y ahora es mi voz la que con un leve susurro enreda tu nombre...son mis brazos los que se alzan para rodear tu cuello...son mis ojos los que se iluminan con tu mirada...Y me siento pequeña, mimosa, mimada...
Te atraigo hacia mí y muy bajito te digo al oído lo que quiero...
Quiero que ames mi cuerpo desnudo hasta agotarlo, que tus manos lo moldeen, que seas dueño de mi piel, de mi carne...
Cedes a mis antojos y tiemblo...de deseo, de placer complacido cuando me prodigas caricias con tu boca hambrienta, con el delirio de tus manos, con tus diestros dedos, con tu magnífico y delicioso se xo...
Enciendes mis ganas en cada poro de mi cuerpo y dejo de sentirme niña para convertirme en mujer...mujer absoluta que anhela hacerte sentir lo que nunca has sentido, amarte como jamás te han amado...
Derramo febriles besos sobre tí... mi boca ardiente te devora, te atrapa, te muerde y mi lengua lame hasta hacerte estremecer ahogado en tus propios gemidos...
Mis muslos se apoderan de tu cintura, mis nalgas sobre los tuyos...Y comienza una danza de fuego que parece imposible de extinguir... El volcán de tu sexo erupciona cediendo a mi vaivén, sacudiéndome, llenándome, inundándome de lava incandescente...
Te marchas, sí... Pero te llevas el sabor de mis besos, el aroma de mi piel, el roce de mis dedos, la visión de mi cuerpo y un "te quiero" perdido en el silencio.
(Mi alma...imposible... te la llevaste desde hace mucho tiempo).
Pasionhada.

lunes, 12 de abril de 2010

PIEL CON PIEL...


Ese cuerpo desnudo anhelaba cada poro de su piel y el deseo se convirtió en entrega... Su aliento soplaba como aire cálido de una tarde de abril acariciando su cuello, mientras, su boca jugosa y carmesí, destilaba susurros que se le antojaban como una bella melodía... filtrándose en sus oídos, nublando su mente...
La lengua posesiva serpeaba largos caminos, dibujaba filigranas, modelaba contornos y se deslizaba hacia abajo, sin prisas, disfrutando del placer de explorar, de conquistar... de saberse creadora del éxtasis más sublime, del goce más intenso...
Se detuvo a tan sólo unos milímetros de aquel sexo humedecido y erecto para comenzar el regreso de su peregrino andar con la suavidad de sus senos, con el roce de sus pezones... Abrigaba su piel con la suya aunque no hiciera frío... Eran tan sólo dos cuerpos enardecidos que, en ese preciso instante, querían fundirse... ser tan sólo uno. Pero también querían prolongar el placer de esa dulce agonía.
Ella sintió una mano surcando su espalda, atravesando sus nalgas y unos dedos resbalando en la hendidura de su sexo que se turnaban con los expertos labios y la ágil lengua...
Él, en cambio, se imaginaba siendo bebido, absorbido, engullido por una boca inquieta y lascia. Sumergidos en una danza invisible, impaciente, impúdica... palpitando, latiendo, estremecidos por los orgasmos atrapados... se virtieron como incontrolable riada.
Recuperada la calma, controlada la respiración volverán a decir... "Házmelo otra vez".
Pasionhada.